La clase media costarricense se encuentra entre la espada y pared a la hora de intentar comprar una casa; no se es tan pobre (económicamente hablando) para que le den un jugoso bono ni se está tan bien para que le den un préstamo sin tantas trabas.
La mayoría de proyectos de vivienda en venta actualmente tienen un alto precio, a eso se le añade la capacidad de pago solicitada por los entidades financieras, el alto costo de los préstamos (tasas de interés) y el tipo de cambio que tiende actualmente al alza. Para obtener la aprobación de un financiamiento de este tipo, tienen que pasar semanas con una gran cantidad de intercambios de información y documentos yendo y viniendo hasta llegar a desmotivar al solicitante. Ya cuando toda la ilusión está muerta, cabe la posibilidad de que reciba una notificación de que el préstamo fue aprobado. Ojalá sea antes de que se venza la opción de compra porque existen dos opciones si esto llegara a pasar: que la constructora/inmobilaria se la extienda por una penalización (sí, justamente cuando ya no hay más dinero pero créame que es la mejor opción y a veces lo hacen sin cargo alguno) o que se pierda toda la prima/enganche que se había dado.
Adicionalemente a estos obstáculos trabas, resulta que para sacar el préstamo en colones le pidan más ingresos que si se lo dieran en dólares.
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