Las barras bravas ticas han ido tomando fuerza a través de los años y ahora hasta Cartago tiene su barra; haciendo que los cuatro equipos grandes de Costa Rica cuenten con una barra organizada. Cuando estas estaban más nuevas a nivel nacional no eran tan violentas y gozaban de beneficios por parte de los equipos; tales como reservación de entradas, descuentos, transporte hacia otros estadios, entre otros. Estos beneficios han ido desapareciendo con el tiempo así como sea han vuelto unas barras agresivas.
Asistir al estadio cuando se enfrentan los grandes tiene un alto grado de peligrosidad y actualmente deja de formar parte de las posibles actividades familiares de domingo. Ir con la familia a ver al equipo de sus amores para salir golpeado e inclusive asaltado no tiene ningún sentido. Como todo en la bella Tiquicia, tiene que haber un caos para que se tomen medidas; sin embargo, falta un compromiso real de los clubes.
De cierta manera, se sigue defendiendo a las barras al permitir el ingreso de las misma cuando su equipo es casa. A las personas con un comportamiento violente se les debe vetar la entrada a todos los estadios del país; con tan solo el hecho de que entren a la fuerza y dominen todo un estadio ya es causal de prohibición de ingreso a un recinto deportivo.
La única manera de que los directivos de los clubes tomen acciones reales y contundentes es que lo sientan en el bolsillo; con taquillas mediocres. Si promueven los juegos de fútbol como una actividad familiar, deben velar por la seguridad de cada uno de los aficionados y con las barras de cada uno de los equipos (todos por igual) asistiendo es muy difícil cumplir con ello.
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